Me levanto como todas las mañanas, voy al baño, me visto y bajo hacia la cocina. Me preparo un café, busco el diario y leo los acontecimientos destacados: futbol, rugby, boxeo, deportes de alto riesgo y esos cuerpos esculpidos de tanta gimnasia que me dan mucha envidia. Cierro el diario. Termino de arreglar mi traje, paso por el espejo y fijo la vista en mi rostro; me noto un tanto descolorido y flacucho. Me pegunto quién soy y si realmente me conozco. Tomo las llaves del auto y me dirijo al trabajo.
Transcurrido el tiempo en la oficina, me levanto para irme con un deseo casi desesperado por llegar a casa y poder ser yo.
Al abrir la puerta de mi hogar siente ese silencio sepulcral, las paredes me reciben con el mismo vacío de siempre y la soledad se hace de nuevo mi amiga. Recorro el cuarto, bastante desprolijo y subo a mi habitación, lugar donde toda la magia sucede. Elijo la ropa para la ocasión y siento que esa prenda azul es ideal. Voy al baño, me ducho y me afeito, poniendo especial énfasis en quitar toda mi barba de 3 días. Me pinto, agarro la peluca morena que me hace ver tan sexy y entro en el vestido especialmente diseñado para que no se note ningún bulto bajo. Con una sonrisa voy hacia el espejo y saludo a esa mujer tan importante en mi vida, a esa mujer que se hace parte de mí, a esa mujer que nunca podré ser.
1 comentario:
Impactante Edel me gusto mucho
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