Mostrando entradas con la etiqueta Beatriz Leibovich. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Beatriz Leibovich. Mostrar todas las entradas

jueves, 11 de abril de 2013

TRISTEZA DE SIRENA por BEATRIZ LEIBOVICH



Una sirena muy vieja, ha llegado hasta la playa,
quiere salir de ese mundo, busca ser libre, olvidar.
Tiene un sueño roto, tuvo pasiones muy fuertes,
es el momento o nunca, le hicieron daño,
fue  allá en el Mar Adriático, donde lo conoció,
era el Rey de los Mares, quien de ella se prendó.
Un perverso día, tras de otra se marchó,
una sirena pecosa, nadando se lo llevó.
Se prometió un olvido, renunciar al dolor.
Está perdida, llueve,
sus largos cabellos cubren su arrugado físico.
Pero, hoy saldrá, vino muchas veces,
tratando de buscar las novedades,
salió a la luz, quiere entrar a un lugar de ritmo,
debe probar, pero... no tiene alas ni piernas.
Se convence, no queda otra esperanza,
su piel empezó a secar,
me ve, me saluda, le tiro un beso,
y esta abuela de mar, se fue, se fue.

jueves, 14 de febrero de 2013

CAMBIOS por BEATRIZ LEIBOVICH


Tomando mates  en el ocaso del día, pensó,
saldrá de paseo por los alrededores del pueblo,
cuidando de no alejarse demasiado.
Un silbido del tren que se acercaba,
y llegaban hombres con ojos alegres,
embriagados de recuerdos de sus trabajos, y se van.
Son orgullosos, de gran fortaleza.
Su corazón se pone a soñar, en esa estación sonora.
Recibe en su cabeza un mensaje de paz.
Baja una escalera, entra en un parque, mira y vuelve a mirar.
Era una maravilla lo que sus ojos veían.
Ya florecían las madrugadoras rosas, era invierno.
Prolongó su estadía.  Se dirigió a ver esa flor, azul distinta,
y... de pronto ella le habló:
Yo soy la flor de tus paseos, seré  tu sombra y tu guía,
ahora que los árboles se visten de blanco,
también cuando las glorietas se vistan de colores.
Embriaguez de luz, música y sueño, luna de plata, luminosa.
Ninfas y musas aparecen sin parar.
Pero ya despierta del sueño. Cambio de cuadro.
Ya no hay nada, todo cambió.
La noche nació oscura, volvió al sendero, subió la escalerita,
y se perdió en el pueblo.
Sueño y realidad, son antagónicas, pero siempre existirán.

  Poesía publicada en "EL OJO DEL CÍCLOPE"                                                     

miércoles, 6 de febrero de 2013

FIESTA por BEATRIZ LEIBOVICH



Brillaba una estrella, traviesa, coqueta,
llena  de collares  que un día compró,
a un cometa viejo que por ahí pasó.
Envidian su moda las otras estrellas,
porque no lucen nada para el gran salón.
La fiesta del cielo se armó en poco tiempo,
se invitó a las rocas, a la basura cósmica,
y a un gran, gran avión.
Los satélites forman una orquesta con platillos,
bombos y todo en canción.
Venus es la cantante, tiene melodías, ella las creó.
Suenan a sirenas, al pasar dos veces,
sobre el Mar Caribe, allí las copió.
Todos los planetas hablan, comen,  ríen,
pero ¿ qué pasó?,
el planeta Saturno, no entra por la puerta,
 sus anillos densos, duros, ¡no se puede!
¡qué desilusión!
Pero no importa ya vendrá la Luna,
bailaran la danza fuera del salón.
Baile de los cielos, azules, alegres,
solo falta alguien, ya vendrá,
  Y es Dios.

Colección “Cuentos para niños”
        Beatriz Leibovich

jueves, 11 de octubre de 2012

EL CUENTO DEL QUE por BEATRIZ LEIBOVICH



Cuento, cuento cuéntame un cuento,
que sea jugoso, relleno, precioso.
Que brille en la noche, que duerma de día,
De letras danzantes, de arboles locos,
que crean en algo, que crezcan sin hojas.
Que letras sin forma  corran por los campos,
que suban montañas, que griten, que griten.
Que alcancen distancias, que rían que lloren.
Que dancen los niños al paso de ellas.
Que persigan pájaros, que coman del viento.
Despierten ternuras y rabias rabiosas.
Estrellas fugaces las lleven en colas,
como barriletes que suben y suben.
Adornen las tortas de los cumpleaños,
Y soplen las velas antes que los niños.
Y el final del cuento, sea tan noble,
tan lindo, tan dulce y termine en QUE.

lunes, 3 de septiembre de 2012

OTOÑO DE MI VIDA por BEATRIZ LEIBOVICH


Viento en las alas de los pájaros.
Para siempre y por siempre late la vida, a cada instante, en los corazones del ser que prodiga la eterna humanidad.
La tierra en su fuerza, gira y gira en fe sincera, con vida en sus entrañas.
Criaturas crecen en la multitud de las fuerzas inquietas, con esperanzas de que no se escrachen en el frio de las penumbras, y tengan destinos  de nunca acabar.
El viento canta y cosecha la lluvia de hojas, que caen en silencio, para crujir en los suelos, y así languidecer deshechas por pisadas que no saben su destino de nada.
La alborada se esconde risueña en el valle de los campos abiertos, y, perfumada por la nostalgia del rosal en flor.
Las nubes corren inocentes a su destino de lluvias intensas, el otoño es carpintero de una vida distinta, haciendo justicia. No se cree que no hay color, porque es camino de transitar al invierno frio y de hastío.
Mientras las nieves acompasan en mis cabellos, felices de tener el privilegio de esta edad saludable, y poder contemplar la vida llena de esperanzas y pasiones, y a mi nieto, ya hombre, a mis hijos, que casi me acompañan,  en sus edades no tan jóvenes resuelto su porvenir.
Así veo el otoño de mi vida.