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miércoles, 20 de febrero de 2013

COMO EL ESPEJERO por NORMA MANZINI



Como en todos los cuentos de niños, aquel espejero hacía espejos y en ellos se metía y se perdía.
O aquel que se metía en un ropero y aparecía en el lugar del no sé dónde.
Yo me meto en mi imaginación y me pierdo en olvidos y en presentes, todo mezclado.
O aquél que inventaba países que venían del más allá y se perdían en el más acá.
Así es el recuerdo, la remembranza, las ilusiones y los olvidos, vienen y van, pero nunca se sabe a donde o de donde.
Todo se mezcla, y sin embargo conservan cada uno su individualidad. Todo revuelto pero desenredado, no como los hilos que al atarse a veces no se desatan más.
Así se hace a veces la vida que se esconde, te encuentra y te hace perder en sus vericuetos.
Y entonces a veces también salimos del espejo y no encontramos el lugar en donde estamos.
                                         
 Texto publicado en "EL OJO DEL CÍCLOPE"

domingo, 11 de diciembre de 2011

PUERTAS por NORMA MANZINI


Hoy las puertas son blindadas, fuertes por la inseguridad en que se vive.
Antes las puertas si su material era madera, eran labradas, talladas, bellísimas.
Si eran de hierro, sus trabajos de orfebres, lucían y engalanaban la edificación.
Cuántas puertas habremos cruzado, unas lindas, otras más simples, pero cada una guarda un secreto de vida, de sus habitantes.
En una escuela secundaria daban clases en un gallinero y esa puerta era lastimera, sin embargo, nadie se quejaba por ello, ni los alumnos, ni de frío o calor, ni los grandes profesores que amaban su profesión y se esmeraban por enseñar.
Otras puertas son sublimes, pesadas, con esculturas, como las de las iglesias, que se abren para recibir a los jóvenes ilusionados que buscan la protección divina, para seguir juntos y felices.
Otras puertas se cierran detrás de alguien que se va para siempre y deja un halo de angustia en los corazones abandonados.
Otras se cierran porque esa casa va a ser demolida y se van, las pobre quién sabe adónde, a un desarmadero o a un volquete. Se sienten olvidadas y tristes porque ya no van a cumplir con el objetivo con que fueron hechas.
A algunas puertas, quisiéramos abrirlas de nuevo, pero de otras, no nos queremos ni acordar.
Pero todos tenemos una puerta que al cerrarse cobija a una familia. Simples seres humanos, tienen todo lo que quieren ahí, su mujer, su hombre, su hijo y su alegría de vivir.

Texto publicado en "De puertas y ventanas"