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jueves, 20 de junio de 2013

SOBERBIA DE HOMBRE por LILIANA LAPETINA


Tu cuerpo eclipsa el sol,
erguido, triunfante, altivo.
Tu sombra cubre al resto de los hombres,
tu aliento compite con el viento cálido del verano
y despierta cortejos en las mariposas.
El mar se hundió en tus ojos,
solo espuma dejó en la arena
que recibió al ocaso en lecho de algodón.
Dunas doradas bajan por tu espalda,
se estrechan en tu cintura,
se contraen briosas en tus muslos,
conteniendo una virilidad en acecho.
Piernas torneadas, infinitas,
sostienen al hombre pleno, vibrante,
vencen la resistencia de la arena
que desdibuja tus plantas de león.
Creas un espacio erótico donde se pierden
estrellas fugases
y sucumben corazones apasionados.
Tus brazos se anudan sobre el pecho,
negando todo el sexo contenido,
y mientras una lava ardiente recorre tus entrañas,
tu mirada busca hambrienta
ese amor que se hundió en el olvido,
junto a unos labios encendidos de besos
y un cuerpo de costas sinuosas, amadas…
Buscas en las sombras del atardecer
a esa mujer que te dejó prisionero de un recuerdo,
con noches sin comunión de cuerpos,
con playas secas de caricias.
El viento hostiga tu cuerpo
que se desgrana como arena
en la soledad del páramo.
                                        

lunes, 11 de febrero de 2013

LA CAJA por LILIANA LAPETINA


Abriste la caja.
Ahí estaba
tu pasión destruida
atravesada por la ira ciega,
por lo impetuoso, lo irrefrenable.
Por el tiempo que avanzó sin piedad,
sin respetar tu angustia, tu dolor.
Por años cerrada,
acumuló la música que ya no sonó
para el mundo…
Y nota a nota apelmazada
chorreó en un líquido dulce, suave
que humedeció tus dedos al tocarla,
que de pronto comenzaron a moverse
sobre un teclado invisible.
El aire comenzó a vibrar,
el líquido a evaporar todas sus notas.
Recuperaste la pasión sin ira,
con amor…
Y la música echó a volar.

Poesía publicada en "EL OJO DEL CÍCLOPE"

viernes, 23 de noviembre de 2012

CADA NOCHE ES DIFERENTE por LILIANA LAPETINA



Hay noches plagadas de estrellas, hermoso tapiz sobre el que brilla la luna.
Mientras, nuestro lecho está tibio, las sábanas nos cubren sedosamente el cuerpo. Me abrazas con dulzura y me entrego mansamente. Nuestros besos recorren cada parte del cuerpo del otro. Nos amamos silenciosamente hasta el amanecer.
Otras noches la luna reina solitaria y soberbia, como única luz de un manto azul profundo. Cada rayo plateado ingresa prepotente por la ventana y nos platea la piel, mientras me penetras con pasión, poseyéndome de tal manera que cada célula de mi cuerpo ya no me pertenece, me hundo entre tus brazos y la luna ya no me encuentra.
A veces sólo es una pincelada en el firmamento, sólo los amantes pueden encontrarla. Tu mirada se pierde mirando hacia afuera, buscando algo lejano. Me das la espalda, sin siquiera tocarme…
Hoy sólo las estrellas brillan, la noche quedó ciega de luna. Mi cuerpo desliza entre las sábanas buscando en vano tu calor, y huérfano de ti se hace pequeño, tan pequeño que desaparece como la luna.

martes, 17 de julio de 2012

MENOS TIZAS…por LILIANA A. LAPETINA



Hay menos tizas que desgranan
palabras, ideas, proyectos, utopías…
Hoy no está la de ella,
con su voz apagada, mirada triste,
tan convencida, tan enamorada,
solo quedó su vacío extrañado.
De pronto también faltó la tiza
que acompañaba una palabra pastosa,
una presencia segura,
y se notó su ausencia en las aulas,
en los corazones de su familia.
También hubo bancos sin ocupar,
sin escuchar las tizas que todavía deslizan
tristes, impotentes,
como el de él, con sus pelos largos
y sus pesados anteojos,
cargado de convicciones, amigo de sus amigos.
Cada día una nueva deserción involuntaria,
empujadas por la omnipotencia, el terror,
que no pudieron vaciar principios, ideales…
Con cada muerte morí un poco.
Hay pedacitos de mí que quedaron en esos años,
que marcaron mi pasado y mi presente,
que todavía duelen como entonces.
Quizás alguna tiza todavía desgrane
recordando esas vidas que dieron todo,
marcando aún su presencia.

                            

lunes, 21 de mayo de 2012

GOTAS por LILIANA LAPETINA



Las gotas se aferran al cristal,

lo recorren con erráticos destinos,

se entrecruzan, hasta fundirse en una corriente suave,

que llega al patio y se escapa entre las hojas olvidadas

que marcan el comienzo del invierno.



Su mirada refleja el gris del cielo.

Su boca anuncia una muda amargura contenida.

Sus puños cierran impotencia.

Las gotas siguen su camino, indiferentes.

También de sus ojos parten gotas

que zigzaguean entre marcadas arrugas

y humedecen su rostro curtido.



Otro invierno más que recorrerá solo,

Que se escurrirá en el tiempo de su vida,

que vivirá a fuerza de su recuerdo.

Su ausencia le corroe el alma,

le estruja el corazón.



En la humedad del cristal se dibuja una imagen

que lo mira, que le sonríe,

que tiene el rostro de ella.

Estira sus brazos, intenta tocarla

pero se aleja, lo mira con dulzura,

le pide consuelo, que no sufra más por ella,

que pronto saldrá el sol

y secará el cristal, y las lágrimas de su rostro.

La vida seguirá adelante

y con solo pensarla ella estará ahí,

acariciando su corazón herido.