domingo, 11 de diciembre de 2011
PUERTAS por NORMA MANZINI
Hoy las puertas son blindadas, fuertes por la inseguridad en que se vive.
Antes las puertas si su material era madera, eran labradas, talladas, bellísimas.
Si eran de hierro, sus trabajos de orfebres, lucían y engalanaban la edificación.
Cuántas puertas habremos cruzado, unas lindas, otras más simples, pero cada una guarda un secreto de vida, de sus habitantes.
En una escuela secundaria daban clases en un gallinero y esa puerta era lastimera, sin embargo, nadie se quejaba por ello, ni los alumnos, ni de frío o calor, ni los grandes profesores que amaban su profesión y se esmeraban por enseñar.
Otras puertas son sublimes, pesadas, con esculturas, como las de las iglesias, que se abren para recibir a los jóvenes ilusionados que buscan la protección divina, para seguir juntos y felices.
Otras puertas se cierran detrás de alguien que se va para siempre y deja un halo de angustia en los corazones abandonados.
Otras se cierran porque esa casa va a ser demolida y se van, las pobre quién sabe adónde, a un desarmadero o a un volquete. Se sienten olvidadas y tristes porque ya no van a cumplir con el objetivo con que fueron hechas.
A algunas puertas, quisiéramos abrirlas de nuevo, pero de otras, no nos queremos ni acordar.
Pero todos tenemos una puerta que al cerrarse cobija a una familia. Simples seres humanos, tienen todo lo que quieren ahí, su mujer, su hombre, su hijo y su alegría de vivir.
Texto publicado en "De puertas y ventanas"
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