Abriste la caja.
Ahí estaba
tu pasión destruida
atravesada por la ira ciega,
por lo impetuoso, lo
irrefrenable.
Por el tiempo que avanzó sin
piedad,
sin respetar tu angustia, tu
dolor.
Por años cerrada,
acumuló la música que ya no sonó
para el mundo…
Y nota a nota apelmazada
chorreó en un líquido dulce,
suave
que humedeció tus dedos al
tocarla,
que de pronto comenzaron a
moverse
sobre un teclado invisible.
El aire comenzó a vibrar,
el líquido a evaporar todas sus
notas.
Recuperaste la pasión sin ira,
con amor…
Y la música echó a volar.
Poesía publicada en "EL OJO DEL CÍCLOPE"
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