Lo arrastró al desván semidesnuda,
desquiciada su boca se amarraba
como náufraga
al timón de ese otro cuerpo,
que aprisionado desfallecía
debajo de su enagua.
Sin decoro llegó el grito moribundo
quebrando el límite sutil
entre la vida y la muerte.
Nació y murió mil veces en segundos
hasta quedar echada sobre el lecho
sin pulso, sin sangre y sin aliento.
LILIANA SOSA
1 comentario:
¡QUÉ BUENA POESÍA, LILI!!!!!
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