domingo, 25 de marzo de 2012

SIN CULPABLES por PATRICIA TORRES


Me adelanto en forma preventiva intentando tener una coartada convincente ya que supongo que se me pedirá en un aquí, ahora y con carácter de urgente, prepare un descargo y sin diccionario mediante, tendré que ponerme a escribir, por lo tanto, empezaré a ensayar para que esta situación no me tome por sorpresa. .
Comenzaré explicando en la manera que me sea posible, acorde a la cronología de los hechos acopiados en mi propio archivo mental (que carece detestigos).
Con seguridad, dicho orden, será por mí cambiado desde un principio.
Diré: Mi musa más querida se tiró por el barranco (este sería el final, como les previne, el orden ya está alterado).
Obligada por las circunstancias, deberé revelar hechos, que querría mantener protegidos, bajo el manto que me proporciona la privacidad pero, para liberar sospechas sobre mi persona, procederé a narrarlos.
Doy origen a mi primer escrito en la siguiente forma:
“Todo empezó hace tantos años que no podría precisar con exactitud cuantos. Conocí al amor en una tarde de febrero… (creo que no es necesario dar más detalles sobre el hecho). Seguí viaje con él a cuestas, a veces estábamos juntos pero la mayor parte del tiempo corrí detrás suyo sin poder
alcanzarlo, apareció, entonces, en otoño, esta musa, mi gran musa. Ella me dictaba cosas fantásticas, pero su inspiración, no brotaba de sí misma, también, se recreaba en el amor para poder manifestarse.
Un día, sin pensar en las consecuencias, cansada de perseguir al amor, de vivir para él, de estar pendiente de sus tan escasas demostraciones, resolví prescindir de sus servicios.
El intento fue inútil, se aparecía por todas partes, pero, me resultaba cansadora la repetida historia del desamor y del sufrimiento que dejaba después de haberme pasado cerca.
Estaba sentada al borde del barranco y lo vi aparecer en forma de recuerdo (¡se mimetizaba con tanta facilidad!), en un heroico acto de falsa valentía lo empujé y cayó. La musa, triste y desconsolada resolvió suicidarse. Por lo tanto no me culpen de su muerte, tan sólo de la primera soy responsable, la segunda…”.
Hice un bollo con el papel en el que estaba volcando mi defensa, ya que comprendí, que me estaría declarando culpable de la muerte del amor y comencé el segundo descargo que decía algo así:
“Salimos a caminar con el amor y mi musa más preciada, entre ellos se entabló una fuerte discusión, forcejearon cayendo al barranco y…”.
Volví a reaccionar al darme cuenta que no contaba con testigos y que en las ropas de ambos estarían las huellas que dejaran marcadas mis manos al empujarlos, igual me vería involucrada en el doble crimen, hice otro bollo con el segundo papel que tiré por el profundo, negro y tenebroso barranco en ausencia de un cesto de papeles.
Intentaba pensar mi accionar ante esta situación, que sin dudas sería extrema y se me preguntaría con insistencia sobre la desaparición de ambos.
Entonces, escribí mi tercera y última nota.
Lo hice, sabiendo que alguien iba a encontrarla, como no quería que recayeran sospechas sobre ningún ser, la clavé a un árbol cercano con el cuchillo que llevaba preparado para asesinar al amor y a mi musa, en caso de no poder empujarlos haciéndolos caer por el barranco… y decía: “El amor resolvió irse después de haber sido esquivo durante años, nadie lo mató, ni sepultó, simplemente se marchó a un lugar donde yo no lo pudiera encontrar y mi musa, que no sabe vivir sin él, ya que en su ausencia se queda sin palabras y una musa sin palabras deja de ser musa, decidió seguirlo hasta donde fuese necesario y yo, que sin amor y sin mi musa más querida no soy nada, me tiré por el barranco”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Nose si te lo dije alguna vez, pero me gusta mucho leer lo que escribis.
Me encanto este cuento y la foto :)

Marien.

Anónimo dijo...

¡Qué bueno, Patricia! ¡Muy creativo y original! Disfruté de la lectura. Irene