"Leibnitz y la
trascendencia del amor en Polinesia"
Clarice Lispector
Al
llegar al hotel revisó meticulosamente la habitación, dio vueltas los cajones,
se metió en el placard, tenía la manía de oler cada rincón antes de guardar la
ropa.
Horrorizada
las vio, ágiles trataron de escapar a su ojo clínico. Inmediatamente se quejó
de las cucarachas al conserje. Trataron de calmarla con palabras dulces y
enseguida subieron a desinfectar mientras le servían café azucarado en el bar
del hotel.
Dos
horas después canturreaba debajo de la ducha sintiéndose una reina caprichosa.
Mientras
se maquillaba llegó Leibnitz disculpándose por la tardanza, cargaba un maletín
y un pequeño bolso con algunas prendas imprescindibles.
Sin
más palabras se echaron sobre el lecho y sin recato se dedicaron al amor.
El
teléfono de él sonaba a menudo y ella no le permitía atenderlo, lo ahogaba con
sus reclamos.
Dos
días lo tuvo preso de sus encantos sin ver ni siquiera una palmera de la
hermosa Polinesia.
En
eso estaban los dos, revolcándose y comiendo sobre el lecho cuando alguien
golpeó la puerta que habían olvidado cerrar con llave.
Una
elegante mujer se dibujó en el umbral con el rostro desencajado y ojos
llorosos.......
Antes
de salir del hotel la verdadera señora de Leibnitz le dijo al conserje que en la
habitación 402 había dos cucarachas muertas sobre la cama en rígida actitud de
fornicación.
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