miércoles, 20 de marzo de 2013

CON VARIOS PARES DE OJOS por PATRICIA TORRES




Tener un hijo, escribir un libro y plantar un árbol, no siempre alcanza, por eso, a veces falta tener un árbol, plantar un libro, escribir un hijo.
Si fuese costurera hilvanaría mis palabras, les colocaría botones, les cosería lentejuelas  y les haría dobladillos, sabría cortarlas al bies, ponerles cierres, zurcirlas, bordarlas en la solapa y pespuntearlas para terminarlas en forma prolija. No conozco el oficio, escribí cosas que otras palabras no pueden remendar.
Comencé diciendo: El sol se pintó de verde y caminó sobre la línea que separa los cielos de la tierra. Usó al horizonte como cuerda floja y dejó que pase el día mientras se dedicó a ser equilibrista. Un loro parlanchín escondido entre el follaje le gritaba obscenidades, el sol en su deseo de alabanza las creyó un piropo. El mundo entero se confundió  y se paralizó ante semejante acto. El sol, que miraba con sus propios ojos creyó que le rendían pleitesía.
La idea se esparció y quedó inconclusa,  entonces comencé a desarrollar  otra que exponía: Una mujer tendida sobre su cama lloraba sin consuelo mientras otra le decía:” En estos tiempos ya nadie muere de amor, las mujeres no se desmayan porque el corsé no les quita el aire, ni se sonrojan por sentirse observadas,  un amor borra al anterior porque es saludable que así sea y la inmortalidad sólo le pertenece a los dioses que son sepultados en tumbas que se visitan cuando se visita el museo. Tampoco supe cómo continuar la idea.

Seguí buscando, siempre buscando, entre la gente, entre los lápices y las notas, entre las arvejas y las plumas de la almoada. Buscando la h que se escapó de mi almohada  y la h que Beatriz no encuentra en orfandad y que es lo único que le sobra al huérfano.
Buscando a pesar de todo y por lo que vendrá, mirando de reojo lo que ya se fue y corriendo para no volver atrás. Revolviendo las ideas para encontrar algo distinto, disfrutando de un vino, prendiendo otro cigarrillo, recordándote para olvidarte de nuevo y seguir hurgando en textos viejos para plagiarme, sin encontrar nada. ¡Con tanto por decir! No encontrar nada, o no encontrar cómo.
Es casi una herejía que induce a encender la hoguera que se alimentaba con brujas, entonces  recuerdo las brujas conocidas, las que curan el empacho, las que  dueñas del futuro acarician la esfera de cristal, las que se dedican a inventar historias y como una cosa lleva a la otra, vuelvo a la h que está al principio de hermano y a la l de lejos y a algún embrujo que pudo haber provocado dichas cosas.
Una vez conocí a un hombre  amigo de Sigmund  que tenía otra mirada, seguramente, él, me diría alguna cosa sobre el inconsciente y que en este texto, el preámbulo sólo es el camino, que mediante la palabra se llega a donde se quiere llegar y que si tanto me empeciné con la costura, tome una aguja, un hilo negro y cosa: embrujo, hermano, lejos y que sin lentejuelas ni canutillos, termine mi prenda.

Texto publicado en EL OJO DEL CÍCLOPE

3 comentarios:

Leonor dijo...

Tu prenda debe haber quedado ermosa...se me escapo la H...

Anónimo dijo...

Gracias Leonor.
¨
Patricia

Alejandra dijo...

Fue hermoso leerlo y más hermoso va a ser releerlo. Es para no dejarlo quieto.Me encantó.