martes, 19 de marzo de 2013

¿VANOS? por SILVIA BALBUENA



La vida…
Y la vida pasa. Y atrapamos instantes. Y soñamos otros nuevos, o los mismos repetidos. Y nos aferramos a tablas que a veces nos parecen seguras y a veces resultan de algodón.
Nos ensimismamos o salimos a vociferar. Callamos o gritamos. Decimos plegarias o nos enfurecemos.
La vida... 
Y mientras la vida pasa nos seguimos jugando, por lo que creemos y lo que sentimos, por las pasiones y los deseos, por las convicciones y las ideas, por las sensaciones y los sentimientos.
Y ahí están. Las sensaciones y los sentimientos. Nada que la razón pueda gobernar. Nada que el alma no pueda sentir. Nada que se escape de la piel y del corazón. Nada que venga de afuera, que nos digan, que nos manifiesten, que nos aconsejen.
Las sensaciones y los sentimientos. Que brotan porque sí. Que nos dominan y nos hacen débiles. Que nos invaden y nos hacen fuertes. Y eso que sentimos, que vive en nosotros, que a veces no es lógico ni racional, que a veces es vital y confortable, que a veces nos hace sufrir o penar. Que nos mantienen vivos. ¿Pueden ser vanos? ¿Inútiles, vacíos, intrascendentes? ¿frívolos, ineficaces, superficiales, estériles? ¿imaginarios?
Seguro que no.
 Las sensaciones y los sentimientos nos pertenecen, se ahuecan en nuestro ser, estallan en nuestros sentidos, se derraman en nuestras lágrimas, se contienen en nuestras células, se adosan a nuestra piel, emergen de nuestra mente. Se enseñorean en nuestra alma, se tornan bullentes en nuestra copa. Se ensoberbecen en nuestros latidos.
Y así el amor, el entusiasmo, la alegría, la tristeza, las pasiones, los deseos, los aleteos de mariposas, los urgueteos de los escarabajos, las desazones, las ansiedades, nos pertenecen, nos estallan, nos mandonean… Dejémoslos brotar. Para eso somos. Para vivir, palpitar, soñar. Para eso somos, para ser y para estar. Para eso somos, para sentir…
La vida nos lleva y nos trae. Nos llena de cosas y nos vacía. Nos aturde con sus sonidos intensos y con sus silencios. Nos ilumina con sus fulgores y  nos invisibiliza con sus opacidades. Nos da vista de lince para observar y cegueras para ocultar. Nos llena la boca de gritos y de angustias silenciosas, de risas y de llantos, de palabras bellas y de las feas.

No hay comentarios: