El pabilo de la vela parpadea mientras afuera el viento azota los
árboles y las paredes de adobe del rancho. Cierra los ojos
mientras evoca aquel momento. Él no le teme a nada, por ella es
capaz de enfrentar al mundo y se lo prometió en la penumbra del
templo donde se encontraban con la complicidad de Tomasa.
Ya tiene su atadito preparado mientras el zaino espera afuera.
El relincho del animal lo sobresalta, seguro es Mercedes que se
acerca.
De un salto está afuera y en la oquedad de la noche un certero
zarpazo le quita la vida.
Los salones de Encarnación Ezcurra brillan en un baño de
sangre. Todo es rojo:las cortinas,los sillones de brocato , las flores
en los jarrones de Limoge y en los pechos de hombres y mujeres
divisas federales.
Hoy cumple años la niña Manuelita y están invitadas las
familias más importantes de Buenos Aires.
Merceditas llega con sus padres, sus ojos muestran un profundo
dolor que se confunde con emoción.
Tomasa es la única que sabe porque sufre su niña. Fue por su bien
que echó a las brasas del fogón la carta de Esteban. Irse juntos
muy lejos fue solo una ilusión.
Mientras transcurre la velada los hombres fuman y con una
copa en la mano comentan sobre el puma cebado que anda
matando animales en los montes cerca del río Salado.
1 comentario:
TE FELICITO,ESTER,MUY LINDO!!
Publicar un comentario