martes, 9 de abril de 2013

ROJO PUNZÓ por MARÍA ESTER AQUINO

El pabilo de la vela parpadea mientras afuera el viento azota los 

árboles y las paredes de adobe del rancho. Cierra los ojos 


mientras evoca aquel momento. Él no le teme a nada, por ella es 


capaz de enfrentar al mundo y se lo prometió en la penumbra del 


templo donde se encontraban con la complicidad de Tomasa.


       Ya tiene su atadito preparado mientras el zaino espera afuera. 


       El relincho del animal lo sobresalta, seguro es Mercedes que se 


acerca.


 De un salto está afuera y en la oquedad de la noche un certero 


zarpazo le quita la vida.


       Los salones de Encarnación Ezcurra brillan en un baño de 


sangre. Todo es rojo:las cortinas,los sillones de brocato , las flores 


en los jarrones de Limoge y en los pechos de hombres y mujeres 


divisas federales.


      Hoy cumple años la niña Manuelita y están invitadas las 


familias más importantes de Buenos Aires. 


Merceditas llega con sus padres, sus ojos muestran un profundo 


dolor que se confunde con emoción. 


Tomasa es la única que sabe porque sufre su niña. Fue por su bien 


que echó a las brasas del fogón la carta de Esteban. Irse juntos 


muy lejos fue solo una ilusión.


     Mientras transcurre la velada los hombres fuman y con una 


copa en la mano comentan sobre el puma   cebado que anda 


matando animales en los montes cerca del río Salado. 

1 comentario:

LEONOR dijo...

TE FELICITO,ESTER,MUY LINDO!!