miércoles, 4 de septiembre de 2013
SED por María Ester Aquino
SED
BUSCO EN LAS SOMBRAS
QUE SE ESCONDEN EN MIS LABERINTOS
SECRETOS LUGARES SILENCIOSOS.
SÉ QUE ESTUVISTE, FUIMOS JUNTOS
AL VORAZ INCENDIO DE LA PIEL
LA MEMORIA DEL GOZO
COMO LENGUAS DE FUEGO
ME DEVORA.
LEVITO EN EL AIRE DE LA NOCHE
Y ASPIRO CON DOLOR.
TRAS MIS PÁRPADOS CORREN
EN UNA VORÁGINE SALVAJE
IMÁGENES FUTURAS
Y RECUERDOS GUARDADOS.
Y CON UN GRITO IRREVERENTE
ME HUNDO EN LAS AGUAS FRESCAS
DE UN MAR INFINITO...Y APAGO MI SED.
viernes, 23 de agosto de 2013
RESIGNACIÓN por SILVIA BALBUENA
Atraída por
las voces de las cancionetas, emergió. Su sensual cola escamada, plena de olas
y de sales, brilló con tornasoles con la fuente plateada colgada en ese
infinito de terciopelo negro que no conocía. Movió su cabeza. Gotas de diamante
se deslizaron por su larga cabellera dorada y cayeron como sucesivas cuentas
sobre la roca en la que se sostenía. Confundiéndose en sus esplendores con las
iridiscencias de la mica.
Allá a lo
lejos, estaba el viejo barco pescador. Las redes tendidas buscando la presa
variada que dé sustento a la familia. Los músculos tensos sosteniendo las
cuerdas, acomodando los cajones, izando y replegando las velas. El gesto adusto
transformándose con las notas que emergían de sus voces.
Tuvo un deseo
intenso, irrefrenable: ver de cerca esos hombres que allá adivinaba. Tensos y
suaves. Rudos y mansos. Viriles y tiernos.
No sabía qué
hacer. Nadar hasta allí le iba a ser fácil, era su medio, su mundo. Podría acoplar
sus sonidos encantadores a la nostalgia de esos versos que escuchaba, encontrar
una mirada profunda para fundirse en la claridad y ternura de la suya,
amalgamarse en un hechizo de amor con sus senos esbeltos apoyados en el pecho
musculoso del pescador.
Pero supo,
inexorablemente como se saben las cosas simples y definitivas, que su cola era
su estirpe, su galardón, su raza. Y que ésa no podía ligarse en el crisol de
otra esencia.
No soñó más.
Desdibujó la luna, sorbió el mar de todos sus tiempos y se sumergió para
continuar en el mundo de los cuentos.
Allá en
cubierta, el pescador más joven, aquel en el que bullía el mundo de los sueños,
vio un destello en la negrura del mar. Y sin saber por qué, sintió un temblor
que, en medio de la inmensidad y la fuerza, le dijo que el amor y la pasión
existen.
viernes, 2 de agosto de 2013
LA CASA por EZEQUIEL MIERE
Me interesó aquella historia de fantasmas
porque cuando se me ofreció la casa el asunto aun estaba tibio. La alquilé por
las dos semanas que durarían mis vacaciones, contra toda expectativa de la
inmobiliaria, y le pedí expresamente que se evitara cualquier llamado o visita
que perturbe mi retiro, pues bien sabía yo que allí la inquietud más urgente no
era saber si el grifo funcionaba o si era mullida la cama, sino si me
mantendría vivo, especulación que me tenía sin cuidado porque llevaba treinta y
dos años ejerciendo invicto aquella responsabilidad en la gran ciudad, donde
las probabilidades de morir en un fonavi de barrio Ludueña ni se comparan a las
de una casucha abandonada de la costa.
Llegué el lunes primero de agosto a las
veinte horas, bajo las primeras sombras de una noche deliciosa, empapado por
las aguas de una tormenta ridículamente oportuna.
La puerta se quejó correctamente al
abrirse, con el respeto que la situación ameritaba, pero me decepcionó la energía
eléctrica, que funcionó perfectamente, encendiéndose cada foco de cada
habitación con una claridad insultante.
Fui recorriendo los espacios uno por uno.
Primero la sala de estar, luego el comedor, la cocina, el baño, la alcoba. Tras
ninguna de las puertas me sorprendió ningún aparecido.
Me acosté temprano, aludiendo a la
oscuridad y al murmullo de la lluvia para propiciar un buen clima que me
permitiera vivenciar alguna de las sabidas irregularidades de la casa, pero
cansado por el viaje, me quedé inmediatamente dormido.
Por la mañana no pareció haber sucedido
nada fuera de lo común. A las ocho ya estaba yo repasando los recortes de
periódicos que había reunido sobre el tema, en el comedor, mientras comía un
sándwich de queso y me tomaba a sorbos un café amargo.
Inauguré mi diario de viaje con la
siguiente anotación: “Martes dos de agosto de 2010. Aun nada.”
Por la tarde recorrí la playa y junté
caracoles. Apenas cayó la noche volví a la casa y me entretuve unas dos horas
buscando compartimentos secretos en las paredes. Tras la infructuosa empresa
prendí el televisor y en algún momento me quedé dormido en el sillón de la
sala, con una empanada a medio comer en la mano. Cuando me levanté a la mañana
siguiente, no tuve la necesidad de ponerme los zapatos.
La segunda anotación de mi diario de viaje
reza: “Miércoles 3/8. Nada.”
Un cadete llegó ese mediodía con un absurdo
manojo de catálogos, cortesía de la inmobiliaria. Se mostró nervioso y casi
huyó cuando le di las gracias, lo que me estimuló un poco. Luego llamé a la
inmobiliaria para quejarme.
Pasé la tarde comprobando la sonoridad del
parquet y constatando que cada puerta y ventana estuviera a plomo y tuviera sus
bisagras bien engrasadas.
Cerca de las veinte horas, aburrido y sin
hambre, me tiré en el sillón de la sala a hojear los catálogos. Me interesaron
particularmente una cabalgata de medio tiempo por unas sierras nevadas y un
museo de animales disecados. Las subrayé prolijamente con un bolígrafo. Vi la
final de la copa UEFA por televisión sin el menor sobresalto. Cerca de
medianoche puse la alarma del despertador a las seis, para poder llegar con
buen tiempo a la cabalgata.
A la mañana siguiente escribí: “Jueves 4/8.
Lluvia torrencial. Ni cabalgata ni caracoles.”
El resto del día me la pasé mirando televisión
y hablándole a los cuartos vacíos. Nadie contestó. Antes de las diez de la
noche ya estaba en la cama.
No recuerdo haber anotado nada el viernes
siguiente, ni el sábado. El domingo creo que garabateé algunos dibujos y
mencioné que el museo de animales disecados era un timo.
El lunes se me ocurrió dejar un vaso de
agua en el centro de cada habitación y así lo hice. Luego me fui a la
cabalgata.
He descubierto que una cabalgata es una
experiencia estimulante para el espíritu, pero que los vasos de agua no estimulan
a espíritu alguno. Esa misma noche tiré el diario de viaje a la basura.
El martes Boca perdió la final de la Copa Sudamericana contra el Inter de Porto Alegre, el miércoles conté cuatrocientos
treinta y siete caracoles juntados y tiré más de la mitad porque estaban rotos.
El jueves por fin nevó en la costa y saqué fotos. Tengo una muy bonita de unas
olas rompiéndose contra unos riscos y otra con un San Bernardo. La del San
Bernardo me costó treinta y cinco pesos.
El viernes leí los recortes de diario en
voz alta, varias veces, con lapsos de tres horas entre uno y otro. También
recordé que llevaba conmigo una medallita de la Virgen de Itatí y la fui a
enterrar en la arena, porque intuí que pudiera ser contraproducente a mi
intento de contactar con fantasmas.
El sábado fue quizá el día más divertido
porque pasaron una maratón de Padre de
Familia por la Fox. Afuera nevó terriblemente.
El domingo catorce de agosto, a la mañana,
busqué mi medallita de la Virgen pero entre tanta nieve no pude encontrarla.
Luego pedí un taxi.
Caminé doscientos metros hasta la avenida
costera, deteniéndome de a ratos, para mirar la quietud de la casa, cada vez
más consumida por la nevada y la distancia. Ya desde la ventana del taxi era
indefinible.
El conductor me preguntó cómo pude rentar un
lugar así. “Ni me lo mencione –le dije-, es una experiencia que no le recomiendo
a nadie.”
martes, 23 de julio de 2013
MUJER BUTTERFLY por MARÍA ELENA FUSTER
El hombre
amaba la imagen de las cosas y no las cosas en sí mismas y ningún objeto le
parecía tan real como aquello que en su imaginación veía.(*)
Hiromu respondía en un todo y en mucho más a "Las
diez mil cosas" como en China llaman al mundo. Hijo del sol, ser excelente
en todo, ensoñador y anheloso.
La esposa
de Hiromu era frágil, delicada como la flor del loto, pero clara como un
cristal que nunca oscurece o una imagen que siempre nos protege y se desplazaba
por la casa como si flotase en el aire y su kimono de colores apagados como las
cenizas de una muerta hoguera ceñía su cintura, ¡Pequeña flor condenada a vagar
por el patio con jazmines, camelias y otras tantas cosas!
Solos los
dos vivían en la casa pintada de azul, de un azul tan azul, como el zafiro y
persianas de tela de arroz con sus paisajes y senderos de flores, qué al
cerrarlas, al avanzar el crepúsculo todo quedaba envuelto en una intimidad
silenciosa; habitaban la casa junto con el ciruelo que estaba en medio del
jardín de las "Fragancias floridas"
¡El
ciruelo!
Aún añejo, daba
pequeñas flores rosadas y cuando llegaba la época de cosechar sus frutos, el
patio del jardín se cubría de morado y se teñían las sandalias de Hiromu al
pisar las ciruelas caídas.
Hiromu amó
apaciblemente a aquella mujer escogida por sus padres, pero, con un amor
sumiso, el cual no le proporcionaba el placer de verla tal cual se ve aquello
que a los ojos de él, reflejaba la belleza de lo creado en lo íntimo de su ser.
Un día,
entre las nubes del poniente que bordeaban el jardín, Hiromu descubrió entre
las ramas del ciruelo aferrada a una de sus hojas, una pequeñísima larva,
insignificante como un huevito listo para evolucionar; Entonces Hiromu, cansado
ya de un municipio donde nadie podía enseñarle ningún secreto de belleza o
fealdad, se dedicó con ansias y placer a dar vida a ése capullo que pendía de
unos hilos de seda colgado cabeza abajo y lo comparó a una mujer joven que dejara
secar sus cabellos brillosos de la misma manera.
Lo primero
que hizo Hiromu fue cubrir todo el ciruelo con una malla fina para proteger a
la larva de los depredadores -arañas y avispas- y se dedicó diariamente a
observar el cambio diario de semejante maravilla.
Hiromu vio
como la criatura permanecía externamente inactiva pero en su interior ocurrían
los más diversos y maravillosos cambios, ¡Y de pronto!...
Poco a poco
fue transformándose y la metamorfosis realizada dejó a Hiromu falto de asombro
para asimilar lo que en varias semanas después se presentó ante sus ojos.
Después de
un mes, más o menos, Hiromu vio como ése capullo aparentemente inactivo cobraba
vida propia, la crisálida cambió de color, se desplazaba por toda la rama verde
y se alimentaba de las hojas tiernas del ciruelo esperando el día en que se
transformaría en el último estadio de su ser.
La obsesión
de Hiromu por ver aparecer la Butterfly en toda su belleza de forma y color, le
hacía olvidar sus obligaciones de esposo y dueño de casa y con sorpresa
descubrió que su casa ya no era de un color azul brillante como el creía, sino,
que le parecía un tugurio del color verdoso de algo a punto de echarse a
perder.
Hiromu
hablaba con el insecto como si sus palabras fuesen el alimento que ella
necesitaba para crecer, contándole todas sus peripecias y emociones, creyendo
que la misma oruga lo escuchaba y que posaba sus minúsculos ojos en los suyos
asintiendo con la mirada, con los sentimientos de Hiromu.
Pasaron
tres o cuatro semanas:
Se levantó
Hiromu aletargado con el sopor normal
del sueño, era mañana temprana, los colores del alba reavivaban el jardín y las
hojas del ciruelo empujadas por la brisa que al mecerlas crearon con su
movimiento una increíble melodía y se veían mucho más frescas y lozanas; Hiromu
corrió al jardín a ver a su crisálida y al levantar su mirada contempló a una
espléndida mujer Butterfly detrás de la malla fina.
Hiromu descubrió a una mujer tan bella como un
naranjo en flor, la miró como si de la mujer partieran "diez bifurcaciones"
que lo llevaban desde el corazón de ella hasta su propio corazón y cada
bifurcación lo transportaba por un camino distinto de sensaciones y se preguntaba
¿existe un alma inmortal dentro de ésa figura bellísima o si solo es un animal
con el color de las flores?
Y en su
imaginación la envolvió en un cinturón de seda y la metamorfosis a la cual se
sometió la larva, la convirtió en todo el esplendor de una mujer mariposa con
sus alas radiantes de luz, que enmarcaba los matices multicolores e irisados
que desplegaba en su vuelo elegante y rápido y en sus abundantes planeos; Y él,
el hombre, sentía que ella, la mujer mariposa se iba alejando lentamente y supo
en lo hondo de sus sentidos que debía alcanzarla antes de que la perdiera para
siempre.
Y al ir
detrás de su ilusión, de la musa de su inspiración, Hiromu cruzó vados fangosos
que atenacearon como garras sus entrañas al no poder atraparla en su
desplazamiento.
Llegó a
confines lejanos, países exóticos e inverosímiles, selvas tropicales y desconcertantes y cuando él llegaba, ella ya
había partido desplegando sus alas.
Habló
lenguas extrañas que lo confundieron, por la desconocida preguntó pero, nadie
nunca la vio.
Se
introdujo por las nueve aberturas del mundo donde todo era hermoso, insólito y
absurdo, bajó a los infiernos por pasajes oscuros y profundos, más de "mil
vidas" vivió, a más de "mil peligros" subsistió y a más de "mil
muertes" resucitó y muchas más que "mil curvas" recorrió.
Butterfly,
mientras tanto, revoloteaba por bosques milenarios de muchos inviernos
adormecidos, y ella, -la mujer mariposa- suavemente posada en la cima de la
alta colina, aleteaba sus soberbias
alas. Tal vez hubo surcado las más de "diez mil millas del mundo" y quizás;
también hubo esperado que sus energías ya se hubieran agotado en el traspaso hecho
hacia el "Portal de la vida".
Y él,
Hiromu, gozoso de placer, hasta allí mismo arribó creyendo encontrarla, pero ella,
veleidosa, ya no estaba.
En el
desvelo de su alma, desesperado, en la hoguera de una llamarada se quemaba.
¡Jamás pudo
alcanzarla!
¡Y por fin!...
Al
despertar en el delirio del sueño, al conocer que no es verdad lo que creemos
verdadero, le decepcionó el saberlo, y al mirar hacia su costado vio que junto
a él, estaba el otro yo de su propio ser.
Y el hombre
aquél que amaba la imagen de las cosas y al descubrir que la mujer mariposa que
tanto buscó, ya era suya desde siempre, sonrió.
(*) Frase extraída del cuento "Cómo se salvó Wang Fo" de Margueritte Yourcenar.
miércoles, 3 de julio de 2013
NO SÉ CUANDO por LEONOR CIERI
Una mañana, nos encontraremos¿ no sé cuando?
y tomados de las manos, caminaremos,
bajo un sol, que comienza a mostrarse.
Una tarde nos encontraremos, ¿ no sé cuando?
y nos acariciaremos
bajo la sombra de un árbol, mientras los pájaros, cantarán
nuestra canción.
Una noche , nos encontraremos, ¿ no sé cuando?
bajo las estrellas, que mirarán, nuestros abrazos entre las sombras.
Aún es un sueño, ahora, tú allá y yo aquí, pero llegará una mañana,
una tarde, o una noche, que nos encontraremos, ¿ no sé cuando?.
jueves, 20 de junio de 2013
SOBERBIA DE HOMBRE por LILIANA LAPETINA
Tu cuerpo
eclipsa el sol,
erguido,
triunfante, altivo.
Tu sombra cubre
al resto de los hombres,
tu aliento
compite con el viento cálido del verano
y despierta
cortejos en las mariposas.
El mar se hundió
en tus ojos,
solo espuma dejó
en la arena
que recibió al
ocaso en lecho de algodón.
Dunas doradas
bajan por tu espalda,
se estrechan en
tu cintura,
se contraen
briosas en tus muslos,
conteniendo una
virilidad en acecho.
Piernas
torneadas, infinitas,
sostienen al
hombre pleno, vibrante,
vencen la
resistencia de la arena
que desdibuja
tus plantas de león.
Creas un espacio
erótico donde se pierden
estrellas
fugases
y sucumben
corazones apasionados.
Tus brazos se
anudan sobre el pecho,
negando todo el
sexo contenido,
y mientras una
lava ardiente recorre tus entrañas,
tu mirada busca
hambrienta
ese amor que se
hundió en el olvido,
junto a unos
labios encendidos de besos
y un cuerpo de
costas sinuosas, amadas…
Buscas en las
sombras del atardecer
a esa mujer que
te dejó prisionero de un recuerdo,
con noches sin
comunión de cuerpos,
con playas secas
de caricias.
El viento
hostiga tu cuerpo
que se desgrana
como arena
en la soledad
del páramo.
martes, 18 de junio de 2013
POLVO ENTRE LOS POLVOS por PATRICIA SIGNORI
El pan se luce en la mesa
como si fuera un sueño
ante esos cuerpos hambrientos.
El mar se ve a través
de los vidrios y es magnífico.
Hay quienes se ponen a bailar
entre las olas.
Día a día y con firmeza
se buscan las personas,
para perder la soledad.
Como un yeso prometido de un artista
el deseo queda helado y da miedo.
Es clara la penumbra y se ven
los frutos maduros.
La verdad se hace difícil cuando
es tiempo de enterrar pensamientos ocultos.
Pero todo se olvida ante la muerte
y yo pido perdón por anhelarte,
polvo entre los polvos.
domingo, 16 de junio de 2013
SEMEJANTE A MÍ por MARÍA ELENA FUSTER (poesía erótica)
Rompe los muros
temporales
este ser de ojos
amanecidos,
fundiéndose en el
aurora de la mañana
como manantial que se
alimenta a sí mismo.
Ojos como luceros
ardientes,
abismándose en la
gloria del deseo.
Mi hombre
boca de lirio
perfumado,
que al besarme, funde
en mi hálito el beso
De ojos como brasa
encendida
derritiéndose en el
rescoldo de mi hoguera.
Mi hombre
con sexo de seda
afelpada
encendiendo el
principio de mi esencia,
que sube desde lo más
hondo de mí.
Es, como león
proceloso acosándome
en la eternidad del
comienzo.
Sus manos apresuradas
como
caballos desbocados,
palpando
y recorriendo las
lomadas de mi cuerpo.
Las manos de mi hombre
son palomas aleteando
entre las mías.
Recorren el sendero como
río que busca su cauce
y hacia el final del
camino,
aquello que no cedía a
su estoque frenético
como bálsamo nutriente,
rebasa mi ser.
Mi vientre de manceba
amanece,
mis muslos
trasnochados descienden nocturnos,
sosegados, perfumados hasta el elixir que se derrama,
hondo, intenso,
profundo.
Ya sólo él me habita,
sólo él, sin nombre.
Posdata... el día
14-05-2013- Es decir, ayer, leí éste poema mío - Estamos leyendo a Octavio Paz
y su poesía erótica- realmente me sentí gratificada por el aplauso general
que me brindaron todos mis compañeros de taller, incluso Marcela mí Profesora y
amiga.
La poesía erótica es uno
de los géneros que más me gusta y en el cual me siento cómoda al reflejar todo
mi interior que es rico en imágenes que me brindó ese ser amado con el cual
compartí y enriquecí mi potencial del amor.
domingo, 9 de junio de 2013
CINCO PERFUMADOS JAZMINES por RAQUEL MATUZ PEÑA
Presas en su boca las palabras aguardan su turno para salir y decirlo todo.
Muchos son los sentimientos y las cosas que
quiere expresarle: cómo se siente, que
la preocupa. Hablarle de la visita
de la tía Delia, del libro que le regalaron sus amigas, “las chicas”.
Contarle lo que se había estado
acordando el otro día, que el gato
estaba comiendo poco, que el jazmín amaneció con cinco pimpollos nuevos.
Está ansiosa por saber de él, de los chicos,
de Bianca, del trabajo, decirle que lo quiere, que le gustaría que la visiten
más seguido.
Cada mañana antes de almorzar sale a la
puerta a esperarlo. - Está muy ocupado siempre.- Se consuela, cada vez, al ver que no llega. Otro tanto
hace al atardecer y así cada día repite
el mismo ritual.
- Tal vez son demasiado las cosas que quiero
contarle y está siempre tan apurado. Solo le hablaré de lo más importante. De
mi problemita de salud, mejor no le
hablo. Para qué preocuparlo.
Llegó a visitarla el domingo a última hora
de la tarde. Se la veía contenta y entusiasmada. Sabía que como siempre, no
tendría tiempo para escucharla. Quería
decirlo todo. Él la vio venir y se adelantó. - Mañana paso y
mientras me sebas unos mates hablamos.
Pasé solo un ratito para saludarte. Se inclinó para darle un beso.
-¡Qué pena! No
podré contarle que el jazmín amaneció con cinco
pimpollos nuevos. – Pensó y la
imagen de su único y tan querido hijo se
desdibuja y se pierde confusa en
los laberintos de su mente ensombrecida. El tiempo se detiene, el desconcierto
le gana a la certeza, la angustia a la
alegría, la oscuridad a la luz.
Las palabras
asustadas, convertidas en fantasmas escapan y se ocultan tras las
cortinas para no ser vistas. La adversidad
cambia el color de la mirada y lo que ayer fue urgente, hoy es
intrascendente.
El lunes
al atardecer la familia se
reúne en la casa. Y ahí están
desconcertadas sus cosas: la silla vacía, el mate de cuero, los libros, el
almohadón, el gato. Cada rincón, cada
cosa es un recuerdo, una reminiscencia que marca la ausencia. Trás la ventana,
el jardín, en él languidecen
tristemente cinco perfumados jazmines. Al verlos Samanta, la menor de sus nietas
exclama: - ¡Qué lástima no haberlos visto!
Le hubiera gustado a la abuela
llevarlos al cielo. Ante esas palabras, la silenciosa sombra que ocupa la silla vacía,
sonríe.
jueves, 23 de mayo de 2013
EL OLOR DEL MIEDO por MARÍA ESTER AQUINO
El olor me persigue, mi piel, mis ropas, todo está impregnado de
esa sustancia pegajosa, inmunda.
Han pasado muchos años, éramos jóvenes, ellos y nosotros. La idea de justicia
no era la misma para todos.
Los lugares oscuros, húmedos, poblados de ruidos infames. Rejas, llaves girando
en las cerraduras, gemidos, insultos, gritos cargados de dolor y de bronca...y el olor
el maldito olor. De alguna forma éramos prisioneros también.Transitábamos el mis-
mo sitio, los pisos siempre mojados, excrementos, agua , sangre. Las paredes, mudos
testigos,c on historias grabadas con las uñas o una piedra, fechas y nombres para la
memoria. Allí no existía el día, solo la noche eterna, lúgubres pasillos por donde llevá
bamos y traíamos guiñapos que no perdían la dignidad. Fueron muchos, todos tenían
el mismo rostro y el mismo olor. Ése que no puedo quitarme porque ahora sale de mí.
Rezumo miedo, como aquellos a quienes torturé. La pestilencia del temor me envuelve
y me ahoga como una mortaja, ya no puedo respirar. Ellos me miran, están todos
allí, con sus ojos vacíos y su olor. Me acusan sin palabras, me torturan en silencio.
El olor del miedo es el castigo brutal que está acabando conmigo.
jueves, 2 de mayo de 2013
TARDE DE BRUJAS
En el marco de Semana de la Lectura, el 25 de abril realizamos una lectura en los jardines del Distrito. Fue una tarde hermosa donde pudimos recrear la magia de los cuentos. El taller de Plástica nos acompañó con la realización de máscaras y la lectura estuvo a cargo de los talleres del Centro Cultural Cine Lumiere y del Centro Municipal de Distrito Noroeste, disfrazadas de brujas como verán, lo que nos hizo sentir muy cómodas como era de esperar. Y dada la repercusión se viene la Tarde de Brujas II.
domingo, 21 de abril de 2013
FRENTE A ÉL por SILVIA BALBUENA
Sábado de Semana Santa. Tarde de partido de Central.
Sola, tomo mi sillón amarillo y me voy a la playa en
la bella Mar del Plata. El sol y un viento a veces intenso del sureste acaricia
mi piel, dándole estímulos a mis pensamientos. Una bruma empieza a llegar del
mar y va desdibujando los edificios costeros, mi mirada también desdibuja ese
mar que me atrapa, me envuelve, me apasiona. ¿Por qué? Empiezo a bucearme
respuestas.
Ese ir y venir de las olas me mece, me lleva a mi
interior. Tal vez a mi yo más profundo. Tal vez rescato esas sensaciones de esa
etapa irrevelada de mi flotación en el líquido amniótico, cuando todavía el
vientre materno era el muro contra todos los dolores.
O ese flotar de yodo y sal de la atmósfera que acaricia
la piel, se mete en sus poros, la hace dorada, brillante, tersa, joven, atrapa
en ella los elixires de la eterna juventud.
Tal vez ese constante venir y volver de las olas a la
playa sea como un minutero que me da el ritmo del tiempo latido, vivido,
atrapado, perdido. O sus espumas que se esfuman en la arena sea la vida que se
difunde en desvanecimientos.
Busco el horizonte ¿Existe? Esa unión de azules, azul
de cielo, azul de mar ¿es verdadera? ¿es ilusión? Siento que el horizonte es la
vida misma, esa que vivo y observo, esa que late o que atrapo, esa que alcanzo
y pierdo, esa que parece un horizonte y es una utopía a la que quiero llegar y
sólo me sirve para caminar como dice Galeano, esa que tengo cercana y que se
aleja.
Esa sensación de infinitud viva del agua salada
moviéndose por siglos de igual manera, fiel a los designios de la luna, con una
fidelidad sagrada a las mutaciones y los ciclos, con una constancia sin
quiebres, con una permanencia de siglos, me envuelve. Tal vez quisiera meterme
para siempre en esa infinitud, ser yo en un mundo eternamente mío, ser
alta, soberbia, perfecta como Alfonsina
quiso, para merecer esa fidelidad y fundirme en esa infinitud.
Empiezo a caminar entre las dos escolleras, ahí donde
las olas terminan y la arena es la cuna permanente del agua. Me gusta que en
intervalos armónicos las olas me lleguen, me atrapen, me anuncien que el mar es
mío, que se deshagan en mis pies, me hagan cosquillas con las espumas
desarmándose. Es el placer de tenerlo, de ser yo y él. De que esa inmensidad se
me haga pequeña y mía. ¿Egoísmo? ¿Necesidad de fundirme en él?
Levanto una conchilla. Gastada por la fuerza sin
desmayos del agua. Con la cicatriz de la vida que una vez portó.
Transformándose en arena para continuar con el designio de su existencia. Al
tocarla siento su energía de ser. La aprieto fuerte, le doy mi energía, como si
la vida en ese momento se redujera a ella y yo, a esa conchilla tal vez de vida
lejana, tal vez de existencia centenaria, tal vez de futuro diferente…
Levanto un pequeño canto rodado. Esmeradamente liso de
un lado, mostrando orgulloso cómo el mar lo moldeó. E inesperadamente marcado
del otro, como si hubiera estado aferrado a un acantilado, a un coral, a un
fondo y el mar con su poderío lo arrancó y me lo trajo ufano a la playa.
También me dio su energía, también lo apreté fuerte y le di la mía.
Puse conchilla y piedra en la misma mano, los metí en
mi puño cerrado, les pedí un deseo y fuertemente los lancé al regazo del que
vinieron.
El mar, su movimiento, su inmensidad, su sin fin… fue
mío, sólo mío. Con toda su carga que siempre me embelesa.
domingo, 14 de abril de 2013
ELECCIÓN por MARÍA CRISTINA ZAMORA
Hacía
unos días que Estela estaba nerviosa, desde que había hablado con Ricardo, su
esposo, y éste se había negado rotundamente a que ella siguiera adelante
con su embarazo de casi un mes, alegando
que todavía no era el tiempo de ellos para esa responsabilidad, y que además ya
lo habían hablado al casarse bien claro que él no quería hijos, y que ¡cómo le
había hecho eso! Le dijo además que se
desprendiera del mismo cuanto antes, que él buscaría información sobre dónde podría ir ella para que la despojaran
de ese “problema”, y que él le daría el dinero para esa intervención.
Se
sentía cautiva de esa situación, perdida en las sombras de la
incomprensión y del absolutismo de él,
el mes anterior había perdido a su madre
después de una dolorosa y larga enfermedad y
sentía su alma, su corazón y su cuerpo heridos al ir acumulando dolor tras
dolor; abrigaba una pequeña esperanza de poder huir de este castigo que él le imponía tan cruelmente.
Miraba
con su afligido corazón los pájaros de
cenizas golpeando en su ventana, ella misma parecía un pájaro con las alas caídas, al sentir cómo el amor que viene y va, iba dejando una huella gris
de dolor detrás de él, alejándolo de su vida, perdiéndose .
Lo veía
y lo sentía como a una
criatura extraña que ama sin ojos y en su egoísmo
destrozaba todo sentimiento puro, bello
y bueno.
Dos días
después del ultimátum, él le pasó un papel con una dirección, sin hablarla,
puesto que no lo hacía desde el anuncio de su estado y al ver la reacción y
decisión tan inconmovible en él,
ella le había rogado que no le hiciera eso, que la dejara seguir con el
embarazo, que no quería deshacerse del mismo, que deseaba tenerlo, pero eso
parecía que lo había enfurecido mucho más, llegándole a decir que si quería seguir adelante con eso tendría que hacerlo
sola y
olvidarse de él para siempre, que ella tendría que elegir, así que junto
con la dirección le dejó un sobre con dinero
y le avisó que tendría que ir
sola pues no la podría acompañar ese día
ya que tenía que viajar con su socio
al interior para cerrar una venta
para la inmobiliaria y esperaba que a su
regreso estuviera todo solucionado
y volvieran a
estar como antes.
Su aura
temblorosa buscaba atraer una luz que dispersara las brumas de sus angustiosos
pensamientos que la rodeaban, la cubrían
y absorbían oprimiéndole los
sentidos, deseó en su desesperación
tener las livianas alas de plumas de los ángeles para poder escaparse muy alto y muy lejos en donde
no la encontrara.
Entonces
tomó una decisión, buscó una de las maletas grande, puso en ella casi toda su
ropa, el resto en un bolso también
grande con otras pertenencias suyas, guardó el sobre con el dinero que le había
dejado junto a los ahorros que tenían de ambos, pues ella trabajaba en la recepción de una
importante Compañía Internacional desde hacía años y se
fue. Por el momento buscaría un modesto Hotel, ya vería cómo luego se las
apañaría, pero puesta en la obligación de elegir, se quedaba con su hijo, ella
ya lo amaba y viviría para él sin
arrepentirse.
Texto publicado en EL OJO DEL CÍCLOPE
jueves, 11 de abril de 2013
TRISTEZA DE SIRENA por BEATRIZ LEIBOVICH
Una sirena muy
vieja, ha llegado hasta la playa,
quiere salir de
ese mundo, busca ser libre, olvidar.
Tiene un sueño
roto, tuvo pasiones muy fuertes,
es el momento o
nunca, le hicieron daño,
fue allá en el Mar Adriático, donde lo conoció,
era el Rey de
los Mares, quien de ella se prendó.
Un perverso día,
tras de otra se marchó,
una sirena
pecosa, nadando se lo llevó.
Se prometió un
olvido, renunciar al dolor.
Está perdida,
llueve,
sus largos cabellos
cubren su arrugado físico.
Pero, hoy
saldrá, vino muchas veces,
tratando de
buscar las novedades,
salió a la luz,
quiere entrar a un lugar de ritmo,
debe probar,
pero... no tiene alas ni piernas.
Se convence, no
queda otra esperanza,
su piel empezó
a secar,
me ve, me
saluda, le tiro un beso,
y esta abuela
de mar, se fue, se fue.
martes, 9 de abril de 2013
ROJO PUNZÓ por MARÍA ESTER AQUINO
El pabilo de la vela parpadea mientras afuera el viento azota los
árboles y las paredes de adobe del rancho. Cierra los ojos
mientras evoca aquel momento. Él no le teme a nada, por ella es
capaz de enfrentar al mundo y se lo prometió en la penumbra del
templo donde se encontraban con la complicidad de Tomasa.
Ya tiene su atadito preparado mientras el zaino espera afuera.
El relincho del animal lo sobresalta, seguro es Mercedes que se
acerca.
De un salto está afuera y en la oquedad de la noche un certero
zarpazo le quita la vida.
Los salones de Encarnación Ezcurra brillan en un baño de
sangre. Todo es rojo:las cortinas,los sillones de brocato , las flores
en los jarrones de Limoge y en los pechos de hombres y mujeres
divisas federales.
Hoy cumple años la niña Manuelita y están invitadas las
familias más importantes de Buenos Aires.
Merceditas llega con sus padres, sus ojos muestran un profundo
dolor que se confunde con emoción.
Tomasa es la única que sabe porque sufre su niña. Fue por su bien
que echó a las brasas del fogón la carta de Esteban. Irse juntos
muy lejos fue solo una ilusión.
Mientras transcurre la velada los hombres fuman y con una
copa en la mano comentan sobre el puma cebado que anda
matando animales en los montes cerca del río Salado.
árboles y las paredes de adobe del rancho. Cierra los ojos
mientras evoca aquel momento. Él no le teme a nada, por ella es
capaz de enfrentar al mundo y se lo prometió en la penumbra del
templo donde se encontraban con la complicidad de Tomasa.
Ya tiene su atadito preparado mientras el zaino espera afuera.
El relincho del animal lo sobresalta, seguro es Mercedes que se
acerca.
De un salto está afuera y en la oquedad de la noche un certero
zarpazo le quita la vida.
Los salones de Encarnación Ezcurra brillan en un baño de
sangre. Todo es rojo:las cortinas,los sillones de brocato , las flores
en los jarrones de Limoge y en los pechos de hombres y mujeres
divisas federales.
Hoy cumple años la niña Manuelita y están invitadas las
familias más importantes de Buenos Aires.
Merceditas llega con sus padres, sus ojos muestran un profundo
dolor que se confunde con emoción.
Tomasa es la única que sabe porque sufre su niña. Fue por su bien
que echó a las brasas del fogón la carta de Esteban. Irse juntos
muy lejos fue solo una ilusión.
Mientras transcurre la velada los hombres fuman y con una
copa en la mano comentan sobre el puma cebado que anda
matando animales en los montes cerca del río Salado.
lunes, 8 de abril de 2013
martes, 2 de abril de 2013
CREATIVIDAD por MARÍA CRISTINA ZAMBRUNO
Asoma
así porque sí. Tiene aire de doncella y rudeza de albañil. Elige sólo a unos
pocos y se mete en sus entrañas apretujando sentidos y liberando hechizos de
luces nuevas. La mirada le presta el punto, lo recorre, lo atraviesa, mezcla
tintes, inventa colores. Delineando fantasías mágicas, no hay realidad que la
oprima.
Juega
con los acordes, pilotea en los sonidos, le pide prestado a la lluvia su ritmo.
Sube y baja por los hilos de la imaginación y los compases le entregan sus
cadencias en melodías. Baila en las alas del viento, diagramando partituras
inéditas y dibujadas piruetas. Sube en globos, baja en lluvia y aterriza en
silencios.
En
una piedra inerte se van tallando detalles y una mano con luces va descubriendo
una vida nueva. Trozos amorfos, metales oxidados, se van perdiendo en las
sombras.
A
veces son palabras. A veces son ideas encadenadas, que se iluminan y escapa una
rima o una metáfora que se empecina… el sol se convierte en frío y la luna toma
calor de estío.
El
malo ya no es villano, quizás un héroe o un enano. Todo pasa y se convierte,
ELLA lo colorea, le da brillo, le da estela con libertad de libélula.
Toma
la arcilla quejosa y la moldea con ojos de lentejuela, con voces de arrabales y
vuelos de mil zorzales. Y así picoteando engarza pasiones y pule ilusiones.
Sra.
CREATIVIDAD camine por las cornisas de la conciencia, nade en la sangre de los
científicos, encienda las luces de los políticos ¡!!
Diviértase,
vuele, vuele y cree; su INTELIGENCIA se lo permite, quizás el mundo pueda
cambiar cuando su MAGIA lo envuelva y… quizás DESPIERTE.
Texto publicado en EL OJO DEL CÍCLOPE
Texto publicado en EL OJO DEL CÍCLOPE
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